domingo, 4 de agosto de 2013

Onda de radio

Cuanto antes me acueste, antes acabará este día… el hambre es atroz.
Mirando hacia el sur, de este a oeste, la Vía Láctea: Auriga, Perseus, Cassiopeia, Cygnus, Vulpecula, Sagitta, Aquila, Scutum, Scorpius. Señalando el norte, la Estrella Polar hace de eje mientras el cielo gira en sentido contrario a las agujas del reloj. Este horizonte plano permite una amplia visión. De norte a sur: Ursa Major, Canes Venatici, Bootes, Serpens Caput, Ophiuchus, Hercules, Lyra, Draco, Ursa Minor, Cepheus, Camelopardalis, Pleiades, Aries, Andromeda, Lacerta, Delphinus, Pegasus, Pisces, Cetus, Phoenix, Sculptor, Aquarius, Piscis Austrinus, Capricornus, Saggitarius.
Una luz sale de mi pecho. La luna reflejándose en mi chapa identificatoria. Por la posición de la luna llena debe de ser pasada la media noche. Y Por la cantidad de estrellas fugaces se debe tratar de la lluvia de estrellas de las Perseidas, 12 de agosto. En algún lugar del Hemisferio Norte, entre 30º y 50º de latitud. De todo esto ya entendían civilizaciones antiguas. El calendario maya. El pueblo sumerio ya conocía la existencia de Urano, Neptuno y Plutón, descubiertos en 1781, 1846 y 1930 respectivamente. ¿Quién les entregó ese conocimiento?

Dicen que al principio es muy duro, la sensación de hambre es atroz, pero una vez que la superas, antes de morir, el hambre desaparece. Puedo ver los movimientos peristálticos de mis tripas vacías. Ni una avioneta ni un barco. Ni nubes ni pájaros. Ni señal de radio. En la inmensidad del océano, bajo esta bóveda, me pongo a buscar otra onda de radio, de esas como las que vienen de fuera de la galaxia, algo que demuestre lo que es evidente. Como el que se pone a buscar un tesoro submarino con una especie de periscopio casero.
Pienso en las posibles charlas sobre “ya te lo dije”. La primera vez que fracasé en un proyecto mentí, después de tantos años preparándolo, luego es difícil decir la verdad. Esperan mucho de ti y cuesta perder todo tu orgullo. Como cuando vengan a rescatarme, pero a estas alturas me importa una mierda. No es la primera vez que tiro todo por la borda, nunca mejor dicho. Nos pasamos la vida cegados por estas cuestiones, sobre el que dirán, las apariencias. Pero bajo este manto estrellado sientes lo insignificante que eres, y quizás la pregunta que se me viene a la mente es quien somos realmente, porque no me convence mucho lo del caldo primigenio.
Ni una corriente marina ni una pequeña brisa. Odio dejar que otros hagan lo que yo puedo hacer, como salir de aquí. Te pasas toda la vida eludiendo la mayoría del tiempo, esperando alguna fecha importante en la que la fiesta dura un par de horas. No sé si alguna vez le gusté a aquel hombre. Ahora, claro, como no, me atrevería a preguntárselo directamente. Ahorraré energía si me duermo cuanto antes. En otras circunstancias, cuando me costaba dormir, empezaba a hacer una lista metal de las tareas por hacer, hasta que te aburres y te duermes. Sobrevivir es la única prioridad ahora. Intento recordar la cara de aquel tipo, intento dibujar sus rasgos mentalmente, del que saldría un cutre esbozo si lo traspasara a papel.

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