miércoles, 15 de enero de 2014

M-127

La Nave-Fortaleza está siendo atacada. Tengo que evacuar el primer nivel mientras intentan penetrar por la primera línea de defensa. Pertenezco a la guardia para la defensa del nivel central, el último nivel. Si consiguen alcanzarlo la misión se ha acabado. Por el momento no me toca a mí luchar, pero no tardarán mucho en llegar a la última línea de defensa.

Estamos siendo atacados por los Anunnaki. Los terrícolas nos preparamos para esto, construimos una nave para salvar la mayor cantidad de información sobre nuestro planeta. No sólo bases de datos, sino personas científicas, ingenieras, matemáticas… con una buena carga genética para la supervivencia y continuación de lo mejor de la especie.

Hace un par de meses que la Tierra fue atacada. Rápidamente se puso en marcha esta operación para no correr riesgos. Nadie conoce el estado actual del planeta Tierra. Se trata de una operación secreta y cualquier onda lanzada al espacio puede ser detectada y seremos localizados. Aunque ya es demasiado tarde para decir esto.

Nos dirigimos hacia una base secreta en el planeta M-127, en la otra punta de la galaxia. Se calculaba, en caso de no tener problemas durante el viaje, que tardaríamos unos cinco años en completar la misión. La gigantesca nave tiene sistemas de autorreparación y de cerrado hermético en caso de que intenten romper el casco.

Hace unos días una nave de las nuestras intentó alcanzarnos. Tenemos órdenes de destruir cualquier cosa que parezca una amenaza y no permitir la entrada ni de un microorganismo. Pero somos humanos. La imposibilidad de comunicarnos nos hizo dudar, así que pasaron dentro. Aspecto humano, con identificaciones auténticas.

Miles de extraterrestres, con la piel verdosa y dura como la de un lagarto, avanzan nivel tras nivel. Sólo la guardia de la defensa del nivel central posee guerreros con alteraciones genéticas similares a esos reptilianos, pudiendo así luchar con más igualdad de condiciones.

Intento tranquilizar a los niños mientras los guío hacia el último recurso. En el último momento, la propia nave se autodestruirá liberando tal cantidad de energía que provocará un agujero de gusano por el cual viajará directamente la cápsula infantil hacia el planeta M-127.

Oigo como intentan llegar al último nivel. No quedarán muchos minutos, pero no puedo esperar más. Repaso el filo de mi katana y de mi wakizashi con un trozo de piedra mientras mi mente me dice que ahora no es el momento de hacer eso. Como comandante, yo no participé en el proyecto genético, así que estoy en desventaja.

Intento pensar en una estrategia de combate. Ya están aquí. Algunos conservan su aspecto humanoide, pero son igual de duros de cortar. Intento que los cortes sean precisos, intento controlar el desequilibrio de peso entre el wakizashi y la katana; izquierda y derecha, respectivamente, defensa y ataque, respectivamente. Un corte limpio en un brazo y éste cae al suelo separado de su dueño.

Al último nivel sólo llegaron cientos de enemigos. Al final se redujo a decenas hasta que quedó una “mujer rubia”. Janmuck no pensó lo que tenía que hacer, pero le detuve, la quería para mí. No lo sé, pero en ese momento me impresionó tocar su piel escamosa y mirar a sus ojos de reptil, ya no sabía si era bueno o malo. Un uno contra uno en desventaja. Finalmente intenté cortarle la tapa de los sesos. La espada se atascó en la mitad del trabajo. Estos bichos tiene una gran capacidad de regeneración, así que saqué la espada del cráneo cubierta de un líquido verdoso viscoso y terminé el trabajo.


Creo que sólo he quedado yo de oficiales. Unas cuantas decenas de soldado-reptiles y unos pocos humanos. Los niños están todos y las bases de datos intactas. El resto de cuerpos serán abandonados en el espacio junto con los primeros niveles de la nave. Así ganaremos velocidad y ahorraremos combustible. 

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