domingo, 6 de octubre de 2013

Zombie Country

Conduzco una Harley-Davidson por una carretera recta hasta donde se pierda la vista sobre un paisaje árido. Me limpio el culo con billetes, ¿estaría haciendo otra cosa si fuera la mujer más rica y poderosa del mundo?. Cuando no hay autoridad que te corrija, pierde sentido saltarse la ley, sólo quiero disfrutar de este momento, así que no paso de 100Km/h.
Tampoco tengo prisa por llegar a ningún sitio, desearía que no se acabase la carretera, ni el combustible. Si te pones una meta no disfrutarás del momento, sino que tus acciones estarán influenciadas por conseguirla.
Una vez que la consigas, quizás entres en un periodo de desorientación, pero más pronto que tarde escogerás otra meta; que aunque sea imposible de conseguir, te mantendrá ocupado el suficiente tiempo como para ignorar lo que es verdaderamente importante, el viaje.
El paisaje es bastante llano, algunas colinas a lo lejos. El sol de media tarde, en esa posición de primavera u otoño, en la que parece que todavía te quedan horas de luz, pero no tarda en ponerse. Kilómetros y kilómetros sin tropezarte a nadie, este es uno de esos momentos en los que agradeces vivir. Piensas en esa entidad superior sin saber la forma que darle, piensas en todos los momentos amargos y te convences de que estos segundos son suficiente recompensa.
Mientras me aprovisiono de gasolina, el viento trae un olor a mierda, putrefacción, algo muerto y podrido. Algo en fase activa de descomposición. Un cadáver intenta salir por la ventana. Un tiro en la cabeza con mi escopeta recortada mancha toda la fachada con los sesos del zombie. El cadáver abierto huele aún peor. Otros golpean la puerta. Parece uno de esos casos en los que se atrincheran con uno o varios infectados. Si utilizaran este lugar para refugiarse de los carroñeros y de las condiciones ambientales, habrían salido ya, supongo.
Tengo que entrar y coger más provisiones. Quién sabe cuándo y en qué condiciones encontraré el próximo establecimiento. Por lo menos hay cosas que coger, aunque estén sobadas por cadáveres. Con la funda de la katana rompo el cristal de la puerta. Katana en la mano derecha y machete en la izquierda, empiezan a rodar cabezas.
20 metros cuadrados no son difíciles de analizar de un vistazo. Ahora piensa en todo lo que te salió mal, todas las veces en que te caíste, todas las veces que perdiste, todas las veces que te han engañado, que te han robado, que te han utilizado, acuérdate de sus caras. Recuento de cabezas: 19. Matar está excusado si se trata de zombies.
Nómadas o sedentarios. Nuevas organizaciones con sus rebeldes enfrentándose al poder para volver a la anarquía. Quizás en otro tiempo quisiste escapar de la sociedad organizada, error. Aún en el Apocalipsis siguen jerarquizándose. Si alguna vez pensaste en escapar a una casa de campo y sobrevivir por tus propios medios, te estabas traicionando a ti mismo.
Al salir, varios mapaches se estaban atiborrando de esa carne verde y rezumante entre avispas y moscas. La naturaleza limpiará este estropicio. Siempre se las ha apañado mejor sin nosotros. Yo hacía algo antes a estas horas. Creo que ver la televisión, las manipuladas noticias, otro tiempo en el que te preocupabas de la economía y la política. Otra vez en la carretera y con el éxito por las venas, me viene a la cabeza aquella canción que estereotipaba este modo de vida.

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